agosto 15, 2014

Damon Albarn
Everyday Robots

Damon Albarn está sólo. Por primera vez una personalidad del rock contemporáneo como Albarn se exhibe cabizbajo, triste, melancólico y ciertamente deprimido. El frontman de Blur hasta ahora (y de manera extraña) lanza su disco en solitario en donde se despoja de todo nimbo romántico, alegre, aunque eso sí, sin desatender el sentido teatral británico que bien caracteriza a la música del Reino Unido, porque no se trata de algo similar a Gorillaz, The Good, the Bad & the Queen, Rocket Juice and the Moon ni a todos múltiples proyectos que van desde la world music, la ópera, el hip hop hasta composiciones de bandas sonoras para cine y teatro. La caratula asoma el poco entusiasmo y la grisácea tonalidad que contiene la música: una docena de temas lánguidos, sobrios, cuasi monocordes y minimalistas conducidos por el hilo de la melancolía. Es "Everyday Robots" (Parlophone/XL 2014) el primer álbum solista de Albarn que hasta hoy, tras dos décadas de su ingreso al mundo discográfico, hace el manifiesto de su situación actual y de una visión pesimista del mundo, muy contrario a 1991 cuando con Blur empezaba a dar forma a un movimiento que se conocería como brit-pop. Al lado del guitarrista Graham Coxon, el bajista Alex James y el baterista Dave Rowntree, Damon se mostraba como un entusiasta cantante, guitarrista y tecladista de veintidós años que escribía sátiras alegres e irónicas junto con una dosis de crítica social en forma de canciones. Pero a sus 46 años de edad, el productor de "The Bravest Man in The Universe" (XL Records, 2012) del legendario Bobby Womack, se encuentra introspectivo, oscuro, distante, calmo pero lleno de una templada pesadumbre y una profunda apreciación existencial instalada en la monotonía. Los cantos de "Everyday Robots" dejan ver nuevamente al verdadero Albarn al que ya no se le veía desde el "13" (Food Recods/EMI) de Blur, su voz semi-áspera se apropia del cerco de sonidos y armonías acompañadas de una instrumentación variada mas siempre guiada por el piano. A través de composiciones sobre la rutina diaria ('Everyday Robots'), el apoderamiento de la tecnología sobre el ser humano ('Lonley Press Play'), la insensibilidad virtual ('Hostiles) o simplezas como la celebración por el nacimiento de una cría de elefante ('Mr. Tembo), se abre camino hasta llegar a la esencia biográfica: recuerdos de la infancia ('Hollow Ponds'), los momentos lóbregos en charlas con viejos fantasmas ('The Selfish Giant' y 'You and Me') y la dualidad del amor como un distractor y omnipresente ('Heavy Seas of Love') que van en secuencia conforme el álbum avance y que son presentadas por puentes mini introductorios. El talante depresivo detona su espesa naturaleza en la que su insondable esencia termina por proyectar la soledad por medio de la austeridad que es percibida de principio a fin. Acercarse a este álbum, por otro lado, no es nada fácil y apelar por una intensidad rítmica es inútil, sobre todo porque "Everyday Robots" está pensado la instalación monocromática, lo cual lo hace plúmbeo en procesarlo. Tampoco significa abstenerse a la calidez, las atmósferas grises y las instrumentaciones electrónicas son rotas con la optimista 'Mr. Tembo' y 'Heavy Seas of Love'. Coproducido por Richard Russell (también co-productor de Womack) y con participaciones de Brian Eno y Natasha Khan (de Bat for Lashes), se apilan todas las tendencias orgánicas sin el abandono de los adelantos tecnológicos para ser usados de una manera simple, directa y sofisticada en un disco que evoluciona cada vez que se le escucha. Parecería raro que una persona tan activa como Damon Albarn que cuando no tiene una agenda llena con otros músicos y giras, está ocupado creando música, tuviese el tiempo para la depresión. Aunque si nos fijamos más allá, del otro lado del reflejo, lo que quizás nos esté tratando de decir es que, nosotros como robots cotidianos, estamos enajenados con la soledad que nos remolca a la depresión de una u otra manera y que nos hemos programado en lo más profundo de nuestro ser para no verla día a día frente al espejo. Un álbum inscrito en la catarsis, estupendo y trascendente que requiere de mucha atención.

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