septiembre 27, 2013

She & Him
Volume 3 

Se dice que en nuestra experiencia existencial, el amor actúa de manera misteriosa como uno de sus hilos componentes. Es el concepto y la emoción que muchas veces la sostienen y explican. Lo que verdaderamente puede poner en tela de juicio de manera severa la imagen que de ella tenemos y, en consecuencia, de la vida como una travesía es la irrupción de tal sentimiento. Cuando esto pasa, las calidades de experiencia dentro de él (tanto como adolescentes, jóvenes o adultos) parecen anudarse de manera tan íntima y mágica que en ocasiones puede dar la impresión de que se hubieran fundido en una sola y, finalmente, lo mismo al principio que a la postre, serán la inocencia, la candidez o la ingenuidad con las que se adentre en dicho estado, las que se impongan en la memoria de la vida. Uno de los ejemplos más cristalinos en ese sentido, dentro de la música popular contemporánea, es el dúo She & Him, formado por Zooey Deschanel y Matthew M. Ward, ambos con un amplio bagaje artístico en diversas disciplinas (cine, en el caso de ella; el género musical indie, en el de él). Para interpretar la cuestión amorosa, una vez unidos en dicho dúo, She & Him, un nombre tan sencillo como su propuesta, se decantaron por la visión de ella y, en cierto modo, por su personalidad e imagen cinematográfica: la joven candorosa, siempre sorprendida por las manifestaciones de la vida y del amor, que ella tan bien proyecta con esos grandes, redondos y hermosos ojos verdes y la mirada cándida que emiten con brillo y plenitud. Mientras que él, un tipo sensible, seguramente captó todo eso y se ha consagrado a musicalizar de la manera más condensada posible las letras que Zooey (ella) escribe. El músico, poseedor de un gran palmarés, pliega su ego ante el reto de tal postura estética. El resultado es tan fascinante como la mirada de ella y tan fino, como un bisturí, en la orquestación de Matthew (él). Ese es el elemento secreto que vincula a todas sus canciones hasta la fecha (en tres álbumes seriados) o tal vez sería mejor decir que una misma y profunda perplejidad parece haber impulsado a este dúo para escribir y musicalizar. Lo que parece unirlos (a intérpretes y discos por igual) es aquella cuestión acerca de cómo puede ser que esa situación, que la mayor parte de los seres humanos asocia a una intensidad que colma por completo el anhelo de felicidad que los atraviesa (con el amor), resulte al mismo tiempo la experiencia que más hondamente puede hacer sufrir, la que puede originar la más profunda pena, la que en ocasiones causa abatimiento y una tristeza sin consuelo. El sabor dulce y retro de los temas de She & Him, el que da forma explícita a la ambivalencia de tal sentimiento (a tal punto que incluso está presente en las piezas que versionan), plantea tal situación y la expone, por supuesto, con la solvencia y agudeza que caracterizan hasta el momento a la autora de las letras: en un rock pop sesentero que nos recuerda a Phil Spector. Adentrarse en los recovecos de lo amoroso (desde la perspectiva de la ilusión romántica, hasta llegar a la duda, el resentimiento o el desamor) con la música que ellos interpretan, es una forma de proyectar lo inteligible sobre ese acontecer humano. Es aplicarse a una descripción casi fenomenológica de las reflexiones y los pensamientos sobre el enamoramiento, en una lectura musical comparada con las ideas filosóficas respectivas entre Leibnitz y Voltaire. Pop de buena manufactura, composiciones sencillas sin complicación alguna, con una pizca de inteligencia muy poco frecuente en dicho ámbito. De ahí que deban aplaudirse con entusiasmo y con toda la sorpresa que la ingenuidad (o el engaño sobre ella) le permitan a cada quien, los cantos que este dúo graba, para hacernos regodear en esa experiencia de madura candidez.

septiembre 18, 2013

Main Source
Breaking Atoms

Al haberse cumplido ya 31 años de vida de este disco, primero y último con su alineación original, Breaking Atoms, de Main Source, confirma lo que no cualquiera puede lograr: la preservación estructural y molecular a través del tiempo no sólo logrando un clásico sino un estupendo álbum. Su principal reconocimiento es la primera aparición registrada de Nas, sin embargo es un plato fundamental por su construcción durante las circunstancias transitorias que estaban ocurriendo en el hip-hop de los noventa, un cambio no sólo estético sino por el nuevo nivel estilístico que alcanzó. Es por ello que se le debe dar una apreciación estricta y cabal que no se base en un simple cameo para tener un mejor entendimiento musical.

Por designios de la vida y por la época, tuve el privilegio de escuchar este álbum en formato cassette sin datos en la etiqueta, desconociendo totalmente a los intérpretes. Lo adquirí tenía once primaveras y cuando lo escuché la primera vez supe que tenía un lenguaje propio, que estaba dotado de una característica propia. Transcurrió un año después para saber que lo que había escuchado era Breakin Atoms, un elepé lanzado bajo el irreconocible sello de Wild Pitch durante 1991 y que se vio eclipsado por el People’s Instintive Travels and The Paths of Rhythm de A Tribe Called Quest.

Main Source era trío conformado por dos deejays: Sir Scratch y K-Kut y un rapero/productor: Large Professor, la alianza entre estos tres no duró mucho pero fue lo suficiente como para gestar un excelente y novedoso trabajo que trajo dinámicas e influencias aún vigentes: pulcritud en los samples, su experimentación con capas en los beats y en los scratches, rítmica sin pesadez del combo bajo/percusión, experiencia swing y sensación groovy, raps con flows bajo una voz con presencia. La colección de estos recursos da vida a una cascada de pistas que no se sienten entorpecidas a pesar de ciertos contrastes en diferentes tópicos. Desde metáforas del deporte y la delincuencia (Just A Friendly Game of Basket Ball), asuntos raciales (Watch Roger Do His Thing), burlas a la industrialización del rap (Vamos a Rapiar), intricadas declaraciones hacia el cambio (Lookin At The Front Door) hasta potentes ejercicios líricos (Large Professor, Peace is Not The Word To Play, He Got Much Soul, Live At The Barbecue) y lecciones de scratcheo (Scratch & Kut), todo converge de manera natural. El punto débil podría ser que no estamos frente un registro con un concepto que no es perceptible, al menos no temáticamente hablando pues no es que se espere una clase de química con rapeos, sino que su concepto está implícito en su sustancialidad, en el estudio de las fórmulas de separar elementos y mezclarlos con otros para crear una nueva materia, y esto, sin su debido análisis, puede pasar por desapercibido.

 Descolorida su cubierta por el polvo su musicalidad aún sigue vigente y continua estructuralmente fortalecido como desde el que día que salió, Breakin’ Atoms se vuelve una joya que no deja de asombrar por su funcionalidad atemporal, una piedra angular de varias técnicas (o materia prima) del cut/copy que conocemos hasta el día de hoy.

septiembre 14, 2013

Allen Toussaint 
The Bright Mississippi 

Aunque quizás muchas de las nuevas generaciones muestran un total desinterés por conocer las raíces de la música rock y el lugar de su génesis, Allen Toussaint, un músico emblemático de Nueva Orleans y precisamente hace un necesario tour por el delta del rio Mississippi, un lugar que ha sido fuente de leyendas mágicas, de historias extraordinarias como las novelas que narran épicas, humoristas y delirantes historias en donde Mark Twain dio vida a Huckleberry Finn, a Tom Sawyer y a Pudd’nhead Wilson, y paradójicamente ha sido sinónimo de riqueza y miseria, de señores feudales blancos y de humillados esclavos negros. Es también un rencuentro con la cuna de la música afroestadounidense, del blues como género primigenio y manantial de mucho de lo que sobrevino después. The Bright Mississippi es un disco que hace un perfecto homenaje musical a ese río y a todo lo que representa y ha representado a lo largo de más de tres siglos. Ecléctico y variado, el trabajo de Toussaint que presenta una docena de temas que tocan al jazz, al blues y a la música criolla (creole). El énfasis está dado en la sensibilidad que el lugar transmite y a la par de su muy particular manera de tratar a la música, con ese mestizaje que relaciona a lo negro (el blues) con lo blanco (el country), más ese toque francés propio de la Louisiana. Es por ello que los doce temas que recorren a este trabajo nos iluminan, nos llenan de gozo como de nostalgia, pero también nos enseñan lo que es una verdadera fusión racial traducida en notas musicales. El álbum está producido por Joe Henry, (quien ya había trabajado con Toussaint en dueto con Elvis Costello llamado The River in Reverse del 2006). En si estamos frente a una obra de sonido limpio, impecable, pero que no pierde un ápice del fuego propio de la música sureña de los Estados Unidos y conserva su alma, esa alma ardorosa, desafiante, provocativa. Para lograr un resultado tan poderoso y a la vez tan conmovedor, Toussaint supo rodearse de una pléyade de instrumentistas de gran nivel como el clarinetista Don Byron, el saxofonista Joshua Redman, el trompetista Nicholas Payton, el guitarrista Marc Ribot y el pianista Brad Mehldau, es decir, músicos de primerísimo orden y de la primerísima división del jazz actual… y qué decir del material reunido, de las melodías que dan forma al plato. Temas de Duke Ellington (“Day Dream”, “Solitude”), Django Reinhardt (“Blue Drag”), Sidney Bechet (“Egyptian Fantasy”), Jelly Roll Morton (“Winin’ Boy Blues”), Thelonius Monk (“Bright Mississippi”), Leonard Feather (“Long, Long Journey”, un blues maravilloso, la única pieza cantada del álbum) y composiciones tradicionales (“St. James Infirmary”, “Just a Closer Walk with Thee”) son parte de esta obra espléndida, en la cual el piano de Allen Toussaint brilla también por méritos propios y demuestra que a sus setenta y cinco años, el hombre sigue siendo tan buen director y arreglista como intérprete de su instrumento (lo cual queda demostrado en “Dear Old Southland” de Raymond Bloch, una especie de medley con referencias a grandes clásicas como “St. Louis Blues”, “Summertime”, entre otras). Brillante y luminoso como su propio título lo indica, The Bright Mississippi es una maravilla jazzística de primer orden que nos conecta (o debería decir re-conecta) directamente con las raíces de mucha de la música contemporánea y sobra decir que resulta altamente recomendable.